La propagación del odio online contra los medios de comunicación en España no es espontánea, según una nueva investigación que analizó más de nueve millones de mensajes. El trabajo, liderado por investigadores de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y con la participación de académicos de otros siete centros, ha revelado patrones de escritura, hora y día en los mensajes de odio recibidos desde medios tradicionales online, como X. y Facebook como en sus páginas.
“Es muy difícil que 50 parejas bailen exactamente lo mismo en una sala, repitiendo los mismos pasos”, afirmó Elías Said, profesor de la UNIR y codirector del estudio, nombrado. odiomedia. “El odio no es espontáneo, detrás hay una coordinación, la mayoría no son personas, sino grupos políticos e ideológicos con intereses muy concretos”, añadió durante la presentación este lunes en Pozuelo de Alarcón (Madrid).
Los investigadores no han elaborado una hipótesis concreta sobre qué grupos organizan esta coordinación. Tampoco creen que la mayoría de estos ataques provengan de simples bots programados, pero también de granjas de trolls, donde un empleado puede tener una docena de cuentas falsas y publicar mensajes similares para dar la impresión de ser una mayoría mayor.
Este análisis del perfil de algunos de los “media haters” se basa en una muestra de mil cuentas que suelen atacar a los medios españoles. Su coordinación iría más allá de una plataforma: existen patrones de escritura similares en X, Facebook y sitios web de medios.
Pero el odio se desborda
Estas hipótesis surgen de un artículo más amplio que analizó 9 millones de mensajes enviados a los medios hace varios años. En las tres plataformas, el odio es predominante: el 56,2% de los mensajes en general fueron de odio, y fue Twitter el que recibió la mayor cantidad de ataques, siendo el 61,3% de la muestra variantes de insultos, insultos o amenazas.
Este año, el estudio se ha convertido en un monitor permanente que analiza día a día el odio hacia los medios de comunicación: cuánto se odia y contra quién. Cada organización puede ver de primera mano cómo se teje el odio con su presencia en las redes sociales y sus noticias. “Es un termómetro que mide una temperatura que a su vez indica una infección”, afirma Julio Montero, profesor de la UNIR y también codirector del trabajo. “No medimos el odio, sino la palabra, que es como una fiebre que mide lo que hay debajo: el odio real o la infección”.
trabajar también divide el odio en intensidad y categoría. Esto nos permite ver si en un momento dado hay más ataques contra mujeres, minorías sexuales, xenófobos, por cuestiones políticas o en general. También aísla la intensidad: aunque los mensajes amenazantes pueden tener consecuencias legales, los investigadores han descubierto que millones de mensajes menos serios también terminan planteando un problema grave para nuestras sociedades: “Estos mensajes permiten que el odio se convierta en parte de la cultura”, afirmó. Armar. “No generan violencia, pero sí tolerancia frente a la hostilidad, la discriminación y una cultura cada vez más permeable al odio. “La normalización de Estados odiosos es el peligro más evidente para una democracia”, añadió. El problema es que las redes han creado un nuevo espacio de debate donde las normas anteriores, más cívicas, ya no son válidas.
El monitor pretende dar herramientas, sobre todo, a los medios de comunicación para que puedan decidir mejor qué hacer con sus redes y con su rol social: “Ahora se están llevando a cabo campañas efectivas desde abajo que ponen a los medios en una posición de no”. – seguridad. Pueden salirse de la carretera y no circular por allí, pero tienen que asumir nuevas responsabilidades, que poco tienen que ver con el mundo del papel”, afirmó Montero, en referencia a las recientes salidas de medios de la cadena como X.
Según los investigadores, crear contranarrativas a las mentiras, la desinformación y el odio difundidos en línea no es suficiente para los medios: “La contranarrativa es enfocar el problema de manera errónea”, afirmó Said. “Es una palabra odiosa porque asume una carga negativa. Los medios de comunicación tienen cierta capacidad para inyectar racionalidad al debate. Es la única cultura que escapa al odio. Porque el odio no es una posición racional, sino emocional”, añadió.
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