Una mujer transgénero ocupa el espacio que se ganó. Es actriz, es prestigiosa, gana dinero, se casa y se lanza a adoptar un hijo. Éxito laboral y personal, el sueño parece completo: la utopía familiar. La protagonista se desliza por esta tesis construyendo una nueva narrativa travesti que incluye el derecho al goce, la ambición, el glamour, la contradicción. Pero, ¿cuál es el costo de sostener esta nueva e inesperada realidad? Bajo esta sinopsis se presenta Tesis sobre una domesticación, del director argentino Javier van de Couter, película que forma parte de la muestra del Festival Internacional de Cine de Los Cabos, que concluye este 8 de diciembre.
Su estreno en México está previsto para el próximo año, en el mes de febrero, mientras que para Argentina se espera que la cinta llegue a salas entre los meses de abril y mayo, según dio a conocer el director. La película, producida por La Corriente del Golfo —una apuesta de los actores mexicanos Gael García Bernal y Diego Luna—, ha formado parte de la programación en el Festival de Cine de Morelia, en el de Gijón y en el de Chicago, donde obtuvo el galardón a la Mejor Película LGBTQ en la competencia.
El fime, basado en la novela homónima escrita por Camila Sosa Villada, quien participó como guionista y actriz en la adaptación —que también contó con el estelar del mexicano Alfonso Herrera—, busca transmitir una mirada que desafía los estigmas y lugares comunes del universo trans. Van de Couter, nacido en Carmen de Patagones y con 48 años, cuenta, a través de una videollamada, que trabajó junto a la autora durante casi tres años para lograr la adaptación. Se declara “fascinado” por la pluma de Sosa. “Siempre me interpela”, admite.
“Es una historia que escribió una escritora trans para hablar de otra persona trans. Estamos acostumbrados a una narrativa que pone a las personas trans, o a la disidencia, en un lugar con una mirada compasiva. Acá lo que a mí más me interpeló de Tesis sobre una domesticación, fue que el personaje principal era poderoso, que podía y se permitía ser políticamente incorrecto”, afirma Van de Couter.
Así como en el libro, el director busca transmitir en la adaptación la fragilidad desnuda de los vínculos, que no están libres de violencia, que se crean alrededor del matrimonio y las parejas. Van de Couter y Sosa llevaron buscaron llevar al guion y desplegar las dudas sobre el ser madre, la paternidad y la orfandad mientras avanzan hacia un estilo de vida que ellos mismos cuestionan y que se enfrenta a la domesticación de sus derechos al goce y cómo buscan vivir y mantener sus deseos más primitivos.
“Cuando se trata de la comunidad trans, el cine suele tratar estos temas con una mirada muy general. El desafío fue poder contar este personaje permitiéndome que no sea empático todo el tiempo, incluso sin buscar empatía. Poder tratar el tema del cuerpo, del erotismo, del deseo con libertad. Creo que el cine también tiene una deuda con estos cuerpos, con estas anatomías, con cómo se retrata esas historias de amor, porque siempre está como atrapado en un lugar que tiene que ver más con la marginalidad. Tesis sobre una domesticación se corre de ese lugar decididamente para presentarnos a un personaje que se cuestiona otro tipo de cosas”, agrega el director.
Lo salvaje versus la domesticación
Sosa, de 42 años y originaria de La Falda, Córdoba, estudió Comunicación Social y Teatro. Las malas, su primera obra de ficción —publicada en 2019—, la consagró como una de las autoras argentinas “más sólidas y transgresoras” de la escena literaria, por la que también fue galardonada con el premio Sor Juana Inés de la Cruz, en la Feria del Libro de Guadalajara, y por el Finestres de Narrativa.
El desafío para Van de Couter fue también plasmar el universo literario de Sosa visualmente. El también realizador de otras películas que incluyen títulos como Mia (2011) o Implosión (2021), busco darle al espectador una construcción cinematográfica “en contrapunto” respecto a los orígenes y lugar de proveniencia del personaje de Camila y su vida respecto en quién se ha convertido.
“El pueblo lo pensé de una manera horizontal, con esa profundidad, y la ciudad de una manera vertical, que tiene que ver con la altura, con el poder. Lo salvaje, más desarmado, que incluso juega con la angulación de la cámara, que retrata lo podrido con su familia, con ese sitio, con ese dolor e incluso con la paleta de colores. Los elementos de la ciudad los tratamos con otro brillo. Y cuando llega el niño. Toda esa casa se ilumina. Entra el sol a ese hogar que no tiene balcones, que emula a una casa-cárcel. Quizá es algo demasiado conceptual, pero sí habla de la domesticación, del encierro, de lo salvaje versus la domesticación, del privilegio, la protección a costa de la libertad, también”, precisa el realizador.
Van de Couter, ante la situación en su país y los recortes al sector cultural por parte del Ejecutivo del ultraconservador Javier Milei, dice que la obra de Sosa invita a cuestionar distintas formas de domesticación. Incluso las que se enfrentan día a día bajo gobiernos como el de Argentina, razón por la que llamó a no bajar los brazos: “El cine argentino está pasando también por un momento complejo. De alguna manera siento que estas películas, estar en los festivales y esta expansión que pueda tener el cine con algún rasgo autoral, necesitan que se siga apoyando a este tipo de obras y que el cine argentino se siga viendo, porque está vulnerado en este momento y necesitamos ese apoyo”.