Movimiento en las bases rusas en Siria que Moscú utilizó para defender al expresidente sirio Bachar el Asad antes de su huida. La cuestión, todavía por aclarar, es si el Kremlin logrará retener en el país árabe dos instalaciones militares que son fundamentales para proyectar su influencia en Oriente Próximo y África. El trasiego de aviones en la base y aeródromo ruso de Jmeimim y la suspensión del envío de grano a Damasco han levantado sospechas sobre la posible retirada rusa.
Pese a que Rusia guarda silencio mientras negocia con las nuevas autoridades sirias, un informe interno del Ministerio de Defensa alemán al que ha tenido acceso la agencia germana DPA y que citan medios alemanes apunta a que Moscú está haciendo los preparativos para un abandono completo de sus bases. Buques rusos, añade, ya se han marchado de la otra base: la naval de Tartús. En cambio, la agencia Reuters subraya, citando cuatro altos funcionarios de las nuevas autoridades sirias, que aunque Rusia está retirando sus tropas del frente en el norte del país, no está abandonando las bases.
Dos retratos gastados por el sol de la provincia costera de Latakia —uno del presidente ruso, Vladímir Putin, y otro del ya exdictador sirio Bachar el Asad— coronan el arco sobre el control militar del ejército a la base rusa de Jmeimim. No hay nadie vigilando, solo una camioneta cruzada en la entrada y varias vallas para impedir el paso. Las garitas están vacías, los puestos de los soldados también. El ejército de El Asad se esfumó hace una semana, como dan muestra los numerosos tanques abandonados en los alrededores.
Otra entrada, la principal, solo coronada por el retrato de Putin, sí está siendo custodiada por soldados rusos. A los uniformados se les ve tensos y rechazan responder cualquier pregunta con “niet [no]” cortantes. Un caza aterriza sobre la pista, pero, en general, la situación es de calma; de calma tensa. “En los últimos dos o tres días ha habido mucho movimiento en la base, pero no sabemos si se quedan o se van”, explica un vecino. En los alrededores hay servicios, como supermercados o peluquerías, para los soldados rusos allí destacados.
En los últimos días, el país euroasiático ha comenzado a retirar sus fuerzas militares desplegadas en Siria, concentrándolas en sus bases de la costa: la aérea de Jmeimim y la naval de Tartús. Lo hace en colaboración con las nuevas autoridades rebeldes y siempre escoltados por convoyes de Hayat Tahrir al Sham, el grupo islamista que lideró la victoria sobre el ya caído régimen de Damasco.
Las imágenes de satélite tomadas por las compañías Maxar y Planet Labs revelan la presencia en el aeródromo de un Antonov An-124, el avión de transporte más grande del mundo, con el morro abierto para la entrada de carga, según ha publicado el Financial Times. Otro aparato de este tipo le acompaña en la pista de la base, junto a otros tres aviones Ilyushin Il-76.
El Ministerio de Defensa ruso declina comentar el tamaño total de sus tropas en Siria, por lo que es imposible estimar el alcance de la reorganización en sus bases. En el portal aéreo Flightradar24 se puede seguir la pista a sendos An-124, con matrícula RA-82040 y RA-82037, que han realizado al menos tres vuelos de Siria a Rusia en la última semana.
En cualquier caso, podrían no ser los únicos si —como ya ha ocurrido en el pasado— las fuerzas aéreas rusas han optado por desactivar los transpondedores de otros aparatos. En esa dirección apunta, también, la información parcial que aparece de estos mismos vuelos. Flightradar24 muestra dos rutas seguidas del RA-82037 de Rusia a Siria, los días 12 y 14 de diciembre, sin vuelo de regreso entre ambas.
Sin repliegue definitivo
Este volumen de aviones no cuadra tampoco con un repliegue definitivo. “Cuando las tropas rusas se desplegaron en Siria en 2015, realizaron casi 300 movimientos en dos semanas, y eso fue antes de que se ampliara la base”, ha advertido Dara Massicot, investigadora del centro Carnegie, en su cuenta de X (antes Twitter).
A los indicios de movimiento en las bases rusas se suman otros más. En las mencionadas imágenes satelitales se aprecia cómo los técnicos desmontan varios helicópteros y un sistema de defensa antiaéreo S-400, el más moderno de Rusia, en el aeródromo de Jmeimim. Asimismo, dos fragatas, la Almirante Gorshkov y la Almirante Grigorovich, también han salido de la base naval de Tartús.
Los canales bélicos rusos de Telegram también ofrecen otras pistas de una retirada, al menos parcial, de Siria. La plataforma Informes de la milicia de Novorosiya ha difundido varios vídeos de columnas rusas que se dirigen a las dos bases. “¿A dónde vais?”, pregunta un hombre a un soldado ruso en inglés. “A casa”, responde con una amplia sonrisa.
Se desconoce aún el futuro que le espera a ambas bases. El portavoz de Putin, Dmitri Peskov, reconoció el pasado miércoles que el Kremlin negocia con los rebeldes tras la fuga de su protegido El Asad. “Por supuesto, mantenemos contactos con quienes controlan la situación en Siria”, manifestó en su rueda de prensa diaria. “Garantizar la seguridad de nuestras instalaciones es de suma importancia”.
Aquel mismo día, la agencia Bloomberg publicó que Rusia había recibido garantías de que sus tropas no serían atacadas durante su repliegue. Sin embargo, estas promesas solo eran temporales, según el medio. La permanencia del aeródromo de Jmeimim y el puerto de Tartús sigue siendo una incógnita.
Moscú guarda silencio sobre el transcurso de las negociaciones con los rebeldes liderados por el grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS), aunque algunas señales apuntan a que no van bien encaminadas. Rusia ha suspendido el suministro de trigo a Siria, según han contado a la agencia Reuters fuentes de ambos países: un navío de transporte permanece anclado frente a la costa siria y otro ha dado la vuelta rumbo a Egipto debido a la incertidumbre sobre los pagos y el futuro Gobierno del país árabe.